Historias de la Medicina: La Testosterona


Si entendemos que la suplementación externa con testosterona es efectiva y segura, estaremos dando la aprobación a una útil herramienta a la hora de combatir los achaques del envejecimiento.  

La aplicación de testosterona exógena es beneficiosa para evitar la sarcopenia (el déficit de músculo), la pérdida de masa ósea, la pérdida de calidad de vida y la aparición de enfermedades metabólicas y neurodegenerativas.

Dr. Francisco Martínez Peñalver – Equipo Médico Neolife


La testosterona fue sintetizada por primera vez fuera del cuerpo humano hace unos 80 años

Los primeros experimentos con testosterona datan de la mitad del siglo XIX, donde en un zoo de la ciudad de Gottingen, uno de los veterinarios descubrió que al castrar a los gallos, éstos perdían vigor, agresividad y su característica cresta desaparecía; pero al mismo tiempo, inyectando extracto de testículo, estos atributos volvían a aparecer (1).

A finales de ese siglo, el Dr Brown-Sequard, uno de los investigadores franceses más importantes de la historia, se autoinyectó un compuesto de tejido vascular testicular, tejido testicular puro y fluido seminal (2) procedente de animales de laboratorio y describe los efectos como “una sensación plena de bienestar y de vigor que desaparece a los pocos días de la inyección”, sugiriendo que la inyección de ese extracto le había hecho rejuvenecer. Los experimentos de Brown-Sequard fueron reproducidos posteriormente con poco éxito por lo que durante mucho tiempo los efectos descritos se atribuyeron a un efecto placebo.

testosterona

La testosterona fue sintetizada por primera vez fuera del cuerpo humano hace unos 80 años, a partir de ésteres de colesterol y cetonas (Test-estost-erona).

Clásicamente, hemos asociado el déficit de testosterona a cuadros de retraso puberal, escasa musculación de adolescentes varones, o alteraciones como el micropene. Quizás el hecho de poder sintetizar testosterona y aumentar su disponibilidad ha hecho que replanteemos situaciones donde esos síntomas clásicos no aparecen pero donde el problema de fondo es el mismo, un hipogonadismo con menos testosterona de la que el individuo realmente necesita.

En 1944, dos investigadores, Heller y Meier, son los primeros en relacionar envejecimiento con déficit de testosterona observando como con su administración mejoraba síntomas clásicamente asociados a la edad como el deterioro cognitivo, cansancio o pérdida de vigor sexual. A partir de ahí se comenzó a obtener evidencia de los beneficios de la testosterona ante situaciones como la sarcopenia, el deterioro cognitivo precoz, e incluso cuadros de depresión mayor y menor.

Pero desde el inicio de su síntesis, la testosterona ha tenido una campaña negativa dentro de la comunidad médica. Asociados a todos los artículos desde 1920 a 1940 que demostraban las bondades del tratamiento aparecían otros que devaluaban los efectos observados o denostaban, incluso, a los investigadores que los habían llevado a cabo. Y, por supuesto, todo cambia cuando los Dres Huggins & Hodges demuestran que la castración física y, por tanto, la prácticamente total erradicación de los niveles de testosterona en el varón mejoraba la evolución de las metástasis del cáncer de próstata, lo cual le reportó el Nobel de Medicina en el año 1966 (3).

Lo que cambia por completo esta visión oscura de la Terapia de Reemplazo Hormonal con testosterona es la aparición de las técnicas de radioinmunoensayo, que nacen en los años 70 del siglo pasado y que nos van a permitir medir con gran precisión la concentración de hormonas y otros biomarcadores en sangre. Esta es una de las mejorías a nivel diagnóstico que de repente permitían hacer una medida más precisa y personalizada. Permitía añadir a la historia clínica de los pacientes sus valores séricos reales y hacer diagnósticos basados en un nuevo pilar de evidencia clínica y científica. Esos años 70 son un periodo, en cuanto a la Terapia de Reemplazo Hormonal con testosterona, de investigación en animales. En los años 80, con sólida evidencia en animales de efecto y de seguridad de la testosterona, los médicos no la prescribían, aunque el paciente presentara claros signos de hipogonadismo, por el temor a producir un cáncer de próstata.

Como hemos comentado, en 1941, Huggins & Hodges publican su artículo sobre la evolución de pacientes con cáncer de próstata metastásico que mejoraban tras la castración. Dicha castración reduce los niveles de una sustancia denominada fosfatasa ácida, la testosterona los eleva, y dicha fosfatasa ácida se relaciona con la evolución de las metástasis óseas del cáncer de próstata. Con estos mimbres formularon la teoría de que la suplementación con testosterona produce cáncer de próstata; hoy en día ese artículo difícilmente habría sido publicado en alguna revista científica ya que estaba lleno de conjeturas y afirmaciones con muy poca evidencia que las sostuviera.

En el año 2004 los Dres Morgentaler y Rhoden publican en la revista con más impacto de Medicina, el New England Journal of Medicine su famoso artículo “Risks of testosterone-replacement therapy and recomendations for monitoring” donde explican que los riesgos acerca de la Terapia de Reemplazo con testosterona son completamente infundados, y es más, sugieren que es más factible la aparición de un cáncer de próstata en aquellos pacientes con niveles bajos de testosterona (4).

Desde este artículo, poco a poco, la comunidad médica está cambiando su criterio y cada vez ve con mejores ojos la aplicación de testosterona exógena ya que es beneficiosa para evitar la sarcopenia (el déficit de músculo), la pérdida de masa ósea, la pérdida de calidad de vida y la aparición de enfermedades metabólicas y neurodegenerativas. Todos estos riesgos están asociados, en varones, al envejecimiento, y en ellos es un elemento crucial el declive de la producción de testosterona que acontece en el cuerpo humano con el paso de los años.

Si entendemos que la suplementación externa con testosterona es efectiva y segura estaremos dando la aprobación a una útil herramienta a la hora de combatir los achaques del envejecimiento.

En Neolife somos pioneros en la Terapia de Reemplazo Hormonal Bioidénticas. Realizamos una valoración global y medimos los niveles de testosterona, reposicionándola en aquellos casos que sean necesarios.


BIBLIOGRAFÍA

(1) Berthold AA. Transplantation der Hoden. Arch Anat Physiol Wiss 1849;16:42-46.

(2) Brown-Sequard CE. The effects produced on man by subcutaneous injections of liquid obtained from the testicles of animals. Lancet 1889;2:105-107.

(3) Huggins C, Hodges CV. Studies on prostatic cancer, I: the effect of castration, of estrogen and of androgen injection on serum phosphatases in metastatic carcinoma of the prostate. Cancer Res 1941;1:293-297.

(4) Morgentaler A, Rhoden et al. Risks of testosterone-replacement therapy and recomendations for monitoring. N Engl J Med 2004;350:482-92.